Autor: Carlos Calderon
Las vacunas para las alergias están destinadas principalmente a combatir una serie de síntomas como la tos y los estornudos. Muchos acostumbran a colocárselas a modo de prevención, a fin de no sufrir las consecuencias al exponerse a los agentes que desencadenan el malestar.
En casos específicos, las alergias obedecen a una serie de elementos nocivos (alérgenos) a los cuales se acerca la persona, pero no afecta a todos por igual. Y es que mientras alguien puede ser alérgico al polen o a los gatos, para otra persona puede ser algo completamente normal y no sufre ningún tipo de reacción.
Algunas reacciones alérgicas se manifiestan con la congestión nasal, lloriqueo, piquiña ocular, comezón en la nariz, en el paladar, además de la diarrea, la urticaria y aparición de erupciones en la piel. En síntesis, las vacunas para alergias contienen una cantidad mínima del alérgeno al cual presentan sensibilidad. Obviamente, la dosis se va incrementando gradualmente hasta que el organismo se acostumbra al agente y no reacciona ante él.
En definitiva, estos insumos biológicos pueden atenuar síntomas propios de rinitis alérgicas e incluso del asma, cuando es ocasionado por alergias. Usualmente, en los laboratorios trabajan con base en una mezcla de alérgenos y se aplica una sola dosis de la vacuna, la cual abarca todas las alergias. Las más comunes, son las que se originan por la maleza, el césped y el polen, el moho, los ácaros del polvo, las cucarachas, las picaduras de insectos, los gatos o los perros.
Sin embargo, si se trata de alergias a los alimentos y a los medicamentos, no hay nada más efectivo que la penicilina. Si estás pensando en vacunarte para crear inmunoterapia a la alergia, debes intentar, en primer lugar, controlar todos los síntomas.
Recomendaciones
Inicialmente, evitar el contacto con los alérgenos es vital. A la vez, tomar medicamentos que permitan aliviar los síntomas es de utilidad, sobre todo los atomizadores nasales, las gotas para los ojos y los antihistamínicos. Lo siguiente, es consultarle a un médico de confianza si es recomendable que te coloques la inyección, más si te resulta difícil limitar el contacto con estos agentes que te afectan, si es complicado manejar los síntomas sólo con medicamentos o si el alérgeno representa un peligro inminente.
En todo caso, cualquier persona puede colocarse esta vacuna, menos quienes tienen problemas cardíacos o asma, si están tomando fármacos betabloqueantes o si se trata de una mujer embarazada y es la primera vez que se vacuna contra la alergia. Tampoco es recomendable hacerlo en los niños menores de 5 años de edad.
Generalmente, los especialistas recomiendan que se practiquen una serie de pruebas previas para precisar a qué es alérgico el paciente. Esto incluye la exposición a algunos alérgenos para detectar protuberancias en la piel. La frecuencia del tratamiento oscila entre 1 ó 2 inyecciones durante la semana, por espacio de 6 meses.
Posteriormente, las dosis se reducen a cada 3 ó 4 semanas, luego una vez al mes durante un lapso comprendido entre 3 y 5 años. Cuando finaliza el tratamiento, la mejoría es notoria y no vuelven a aparecer los síntomas de la alergia.
Si quieres saber si se puede hacer deporte después de la vacuna de la alergia, la respuesta es negativa. Después de que recibas la dosis, debes reposar durante 30 minutos en el consultorio y evitar todo tipo de esfuerzo. Tampoco puedes bañarte con agua caliente ni asistir a sesiones de sauna, por lo menos durante las tres horas posteriores a la inyección. Lo más recomendable, es que te tomes el día para que surta mayor efecto.
Justamente, gran parte de los médicos sugieren a sus pacientes que no se puede hacer ejercicio físico después de vacunarse, ni ingerir comidas que sean muy pesadas.
Sobre Carlos Calderon

Criado en un pueblo a las afueras de Madrid, soy médico de familia por vocación.
Empecé este blog para documentar mis estudios de Salud Pública pero pronto, se convirtió en un referente del sector.
Recuerda consultar a tu médico. La información de este blog es meramente documental y nunca te lo tienes que tomar como datos verídicos. Siempre consulta a tu médico de cabecera antes de llegar a conclusiones con estos datos.