Autor: Carlos Calderon
Conocida por generar inflamación en las articulaciones, la artritis trae consigo una serie de molestias para los pacientes, caracterizadas por las dificultades para moverse, dolor y deformidades. Aunque aún no se ha encontrado una cura, el tratamiento se fundamenta en el uso de algunos medicamentos, en la fisioterapia y en casos extremos, se acude a la cirugía.
En las personas con antecedentes genéticos, es mucho más fácil que se desarrolle esta alteración en el sistema inmunológico, pero también influye el exceso de peso, los traumatismos, la alimentación y el desgaste de las articulaciones.
A continuación te daremos a conocer todo sobre la artritis, a los fines de que cuentes con la información oportuna sobre la enfermedad y sepas cómo tratarla, de acuerdo con sus características. En definitiva, hay diversos tipos de artritis, entre ellos, está la reumatoide, la psoriásica, la reactiva, la séptica o aquella denominada gota.
Terminología
A los fines de proceder con el diagnóstico de alguna de estas variantes, se necesita que el paciente se someta a una serie de estudios. Se dice que la artritis es lo mismo que la artrosis porque se trata de un nombre genérico que no refiere a causas específicas. Sin embargo, vale acotar que el término correcto para referirse a esta enfermedad, es el de osteoartritis o en su defecto, osteoartrosis.
Síntomas
Los principales son: dolor articular, rigidez, sobre todo al levantarse, enrojecimiento, inflamación y deformidad. No hay una edad específica para su aparición, de hecho se han visto casos de artritis a los 20 años. Los niños también pueden ser diagnosticados y a veces se presenta al mismo tiempo en varias articulaciones.
Las mujeres se ven más afectadas que los hombres, la inflamación es crónica, muy perjudicial en las personas obesas y en los adultos mayores de 40 años. La oligoartritis en adultos, por ejemplo, es una de las variantes de esta patología con mayor incidencia, al igual que la psoriasis en los huesos.
Con un abordaje adecuado, muchos pueden aprender a convivir con la enfermedad, disminuyendo la intensidad de los síntomas y buscando otras alternativas terapéuticas que los ayude a aliviar el dolor y a seguir con sus actividades cotidianas. Las claves para superarla, radican en el esfuerzo, en la constancia y la dedicación.
La alimentación es lo primero a incorporar en un hábito de vida saludable, es importante tomar mucha agua y disminuir en el menú diario la cantidad de proteínas. Igualmente, se deben seguir las recomendaciones del reumatólogo, quien indicará qué medicamentos antiinflamatorios le pueden ayudar y si conviene que tome inmunosupresores.
Diagnóstico
Al evaluar al paciente, el médico procede a observar detalladamente las articulaciones y determinar el grado de inflamación. Para ello, se apoya en radiografías y en resonancias magnéticas. Los exámenes de laboratorio también son muy útiles para determinar el tipo de artritis, por lo cual se procede a medir el factor reumatoide y a analizar el líquido sinovial.
Generalmente, las condiciones climáticas tienden a empeorar la enfermedad, por lo tanto, se recomienda que las personas eviten realizar esfuerzos y que consideren acudir a fisioterapia, a fin de recuperar la movilidad y evitar futuras deformaciones. Algunos pacientes optan por practicar pilates, natación e hidrogimnasia.
También existen una serie de remedios caseros pero bajo ningún concepto, deben sustituir los fármacos recomendados por el especialista. La preparación de infusiones es una costumbre muy popular, dirigida a disminuir las molestias y la inflamación. Por tratarse de una enfermedad que se torna crónica, lo ideal es la detección oportuna para lograr revertir sus efectos.
Sobre Carlos Calderon

Criado en un pueblo a las afueras de Madrid, soy médico de familia por vocación.
Empecé este blog para documentar mis estudios de Salud Pública pero pronto, se convirtió en un referente del sector.
Recuerda consultar a tu médico. La información de este blog es meramente documental y nunca te lo tienes que tomar como datos verídicos. Siempre consulta a tu médico de cabecera antes de llegar a conclusiones con estos datos.