Autor: Carlos Calderon
Generalmente la depresión está asociada con estados de ánimo marcados por la tristeza, la melancolía, la infelicidad y el abatimiento. Es normal que las personas se sientan así ante determinadas situaciones (en lapsos cortos), pero se convierte en un signo de alarma cuando permanecen así por tiempo prolongado hasta interferir con las labores cotidianas.
Es más, se transforma en un cuadro clínico cuando en el trastorno anímico la persona se estanca en estos sentimientos negativos que incluyen la ira y la frustración. Si te identificas con esto, es bueno que vayas estudiando cuáles son los síntomas de la depresión.
No hay una edad en específico para que alguien pueda sentirse en este estado. Puede afectar tanto a adolescentes, como a los niños y a los adultos mayores. Es así como quizás, puedan estar muy irritables o con un estado de ánimo muy bajo.
Adicionalmente, entre los síntomas de la depresión están las alteraciones en los patrones del sueño, variaciones en el apetito, aumento o pérdida repentina de peso, fatiga, cansancio, falta de energía, culpa, dificultad para concentrarse en sus actividades diarias, odio, sentimientos de inutilidad, movimientos rápidos o muy lentos, retraimiento, inactividad, abandono, desesperanza, pérdida del interés por hacer cosas que antes le parecían entretenidas, ideas de muerte, suicidio y falta de actividad sexual.
De todo esto, lo más común es la falta de apetito por depresión e incluso, el cansancio por depresión. Sin embargo, se les debe prestar especial atención a los niños, pues el rendimiento escolar, su conducta y el sueño pueden estar marcados por este decaimiento.
Síntomas físicos
Al mismo tiempo, cuando el cuerpo comienza a somatizar, aparecen otra serie de síntomas como jaquecas, mareos, alteraciones digestivas, dolor crónico, tensión interna, ansiedad, dolor de espalda, dificultades para respirar, problemas cardíacos y dolor abdominal. Frecuentemente, en las consultas se registran pacientes con un 69 por ciento de síntomas físicos y un 31 por ciento con otros síntomas, por ello, a veces resulta complicado establecer una relación entre el dolor crónico y la depresión.
Tratamiento y diagnóstico
A los fines de determinar la gravedad del asunto, los médicos acostumbran a medir la intensidad de los síntomas. Si persisten por espacio de dos semanas o más, la persona necesita ayuda porque esto le genera incapacidad, afectando su desenvolvimiento cotidiano.
Al mismo tiempo, se le practica una entrevista diagnóstica y se procede a descartar la enfermedad orgánica a través de otros estudios, consultando la opinión de diversos especialistas. La depresión es muy frecuente en los centros de atención primaria, por lo tanto, se ha convertido en la primera causa de consulta psiquiátrica y discapacidad originada por problemas mentales.
Las personas menores de 45 años son más propensas a sufrir de depresión, en especial, las mujeres. Los estudios clínicos revelan que aparece cuando hay una interacción significativa entre diferentes factores biológicos, lo cual incluye los cambios hormonales y el comportamiento inusual de los neurotransmisores cerebrales (serotonina, noradrenalina y dopamina), aparte de los factores genéticos y psicosociales.
El tratamiento con terapia y psicofármacos logran aliviar los síntomas. En los pacientes que han logrado superar el episodio, es recomendable mantener el uso de antidepresivos, a fin de evitar recaídas. De hecho, hay algunos pacientes que permanecen medicados y han logrado retomar su calidad de vida.
En síntesis, hay muchos tipos de depresión, desde el trastorno grave, hasta el distímico, la depresión psicótica, la depresión postparto, el trastorno afectivo emocional y la bipolaridad.
Sobre Carlos Calderon

Criado en un pueblo a las afueras de Madrid, soy médico de familia por vocación.
Empecé este blog para documentar mis estudios de Salud Pública pero pronto, se convirtió en un referente del sector.
Recuerda consultar a tu médico. La información de este blog es meramente documental y nunca te lo tienes que tomar como datos verídicos. Siempre consulta a tu médico de cabecera antes de llegar a conclusiones con estos datos.