Autor: Carlos Calderon
La inercia terapéutica representa una de las principales causas de mal control de muchas enfermedades crónicas.
La inercia terapéutica se define como el fallo del médico para iniciar o intensificar un tratamiento cuando está indicado. El profesional conoce los objetivos de buen control de la enfermedad y sabe que debe modificar el tratamiento para conseguirlos, pero aun así no lo hace.
Un ejemplo: si un paciente con diabetes de tipo 2 tiene una hemoglobina glicosilada de 8,5 %, y el valor para considerar que su azúcar en la sangre está adecuadamente controlado es menor del 7 %, el médico debe intervenir en el tratamiento para disminuir la hemoglobina glicosilada hasta el objetivo. Si no lo hace, está «pecando» de inercia terapéutica.
Suena raro, ¿verdad? Pues es mucho más frecuente de lo que imaginas. De hecho, la inercia terapéutica representa una de las principales causas de mal control de muchas enfermedades crónicas. Según los estudios, la inercia terapéutica en diabetes puede llegar hasta un 62,6 % cuando nos referimos al control de la hemoglobina glicosilada; asimismo, la falta de actuación del médico para tratar las cifras elevadas de colesterol LDL(colesterol «malo») puede afectar a un 86,4 % de los pacientes diabéticos.
¿Por qué la inercia terapéutica es importante?
La respuesta es obvia: porque implica que la enfermedad no esté bien controlada, y una diabetes mal controlada es sinónima de problemas para la salud. Está demostrado que un control estricto del azúcar y el colesterol en la sangre, así como de la tensión arterial, disminuye las complicaciones a largo plazo y mejora la calidad de vida de la persona diabética.
Las causas son variadas
Pero ¿por qué un médico dejaría de actuar sabiendo que lo indicado es hacerlo? Parece que la «culpa» se reparte de la siguiente manera: un 50 % es del médico, un 30 % del paciente y un 20 % del sistema sanitario.
1. Factores relacionados con el médico:
· Falta de formación de los médicos: los profesionales se sienten inseguros y poco preparados para iniciar o intensificar tratamientos complejos —como la insulina—, necesarios a medida que la enfermedad avanza.
· Cifras próximas al objetivo: dado que la medicina no es una ciencia exacta, cuando los valores se acercan a los normales el médico suele esperar a ver si en siguientes ocasiones se ha llegado a la meta sin necesidad de modificar el tratamiento.
· Atención primaria o especializada: la inercia es algo mayor en primaria, debido a que los especialistas insulinizan con más frecuencia.
2. Factores relacionados con el paciente:
· Adhesión al tratamiento: cuanto mejor cumple el tratamiento, más probable es que su médico lo modifique cuando sea necesario (hasta 53 veces más).
· Grado de control: cuanto más lejos estén las cifras del objetivo, más probabilidad de conseguir una atención adecuada.
· Enfermedades asociadas: se intensifica menos el tratamiento si el diabético tiene además enfermedades graves o psiquiátricas.
· Número de visitas: cuanto más acuda el paciente a la consulta, y cuantos más motivos de consulta diferentes exponga en una visita, menos probabilidades hay de que se le intensifique el tratamiento de forma correcta.
· Miedo a los efectos secundarios, como las hipoglucemias o la ganancia de peso (frecuentes con la insulina).
· Edad y sexo: la inercia terapéutica es mayor con los ancianos y las mujeres.
3. Factores relacionados con la organización asistencial:
· Carga asistencial: en las consultas de atención primaria se dispone de muy poco tiempo para atender a cada paciente, lo cual favorece la inercia.
· Pobre coordinación entre los médicos de atención primaria y los especialistas.
¿Y qué se puede hacer?
Algunas acciones para mejorar la inercia terapéutica son las siguientes:
· Organizar la asistencia sanitaria, para que el profesional disponga de más tiempo para cada paciente. Los médicos pueden así intercambiar información con el paciente, evaluar si cumple con los tratamientos, dedicar tiempo a planificar y explicar las modificaciones…
· Recordatorios en la historia clínica informática, que alerten al médico de que los objetivos de control no están conseguidos y le permitan actuar de forma inmediata, con el paciente presente.
· Los incentivos económicos han demostrado que mejoran el grado de control de los pacientes, pero solo mientras se aplican.
· Mejorar la formación de los médicos y la coordinación entre los médicos de atención primaria y los especialistas.
· Mejorar la adherencia de los pacientes al tratamiento. Para ello, simplificar el tratamiento es clave. Si es posible, se deben prescribir tratamientos sencillos, fáciles de cumplir y que se toleren bien. En este sentido, nuevos fármacos —como los agonistas del GLP-1 y los inhibidores de la DPP-4—, cómodos y bien tolerados, pueden suponer una ayuda en la lucha contra la inercia terapéutica.
· Analizar individualmente a los pacientes más frecuentadores, ya que son una de las principales causas de inercia clínica.
Fuentes
Benito Badorrey B. El problema de la inercia terapéutica en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2 en España. Hipertens riesgo vasc 2012;29(Supl 1):41-46
López Simarro F. Inercia terapéutica en diabetes. Diabetes Práctica 2014;05(02):49-96.
Autor: Ana Gómez, Médico de Familia
Sobre Carlos Calderon

Criado en un pueblo a las afueras de Madrid, soy médico de familia por vocación.
Empecé este blog para documentar mis estudios de Salud Pública pero pronto, se convirtió en un referente del sector.
Recuerda consultar a tu médico. La información de este blog es meramente documental y nunca te lo tienes que tomar como datos verídicos. Siempre consulta a tu médico de cabecera antes de llegar a conclusiones con estos datos.