Autor: Carlos Calderon
La afectación sobre nervios, tejido epitelial y vasos da origen a otros padecimientos como el pie diabético. Se trata de lesiones cutáneas y úlceras que se nutren de las infecciones a las que están expuestas las personas con diabetes.
Las úlceras en el pie diabético
El pie diabético es una lesión de cuidado que va desde úlceras superficiales, o grado 1, que ameritan reposo absoluto y limpieza diaria. Las heridas grado 2 exigen una limpieza quirúrgica de bordes para eliminar tejidos necrosados.
Cuando la lesión es grado 3, en la zona hay abscesos, sepsis o infecciones del hueso y su médula. En el grado cuatro puede haber gangrena en varios dedos y si llega al grado 5, la hospitalización será para concretar la amputación del pie.
Diagnóstico a tiempo
Para diagnosticar la existencia de la condición de pie diabético, lo primero es revisar cómo están las arterias de la extremidad. Si tiene pulso pedio las posibilidades de curación aumentan.
También inciden en el desarrollo del pie diabético las alteraciones de los vasos y capilares, las malformaciones de los huesos del miembro, la maceración de los espacios entre el cuarto y el quinto dedo.
Un factor determinante son las infecciones de los pies por hongos debido a falta de higiene, contagio o humedad. El deterioro de la piel por la disminución de la flexibilidad y la pérdida de sensibilidad que minimiza la percepción del dolor. Descuidar el tratamiento de la diabetes como enfermedad base también es un desencadenante.
Tratamiento para el pié diabético
El tratamiento del pie diabético inicia generalmente con el alivio de la presión. Se impone reposo en cama y evitar apoyar el pie. Es indispensable eliminar el tejido que se forma alrededor de la úlcera para facilitar la cura desde la base de la herida. Esto se conoce como desbridaje.
Si pasadas seis semanas no hay evidencias de curación, será necesaria una evaluación vascular que incluye radiografías, para detectar posibles alteraciones del hueso y su médula.
Ante cualquier sospecha de infección se debe iniciar un tratamiento para pie diabético con antibióticos de amplio espectro. Si la infección avanzó, la hospitalización es una posibilidad. También lo será cuando el reposo en casa no se cumpla y haya riesgos de complicación.
Los apósitos, secos, activos y húmedos, son otra alternativa para el tratamiento del pié diabético. Los lavados profundos con antisépticos y el drenaje de posibles nuevos focos de infección son parte del tratamiento del pie diabético. Cuando la infección ceda y la herida comience a curar, se debe mantener un medio húmedo para favorecer la cicatrización.
Prevención, la mejor herramienta
Cuando el paciente aprende a reconocer los riesgos que implica un pie diabético y las medidas de prevención, puede disminuir la aparición de lesiones delicadas que suelen desencadenar en complicaciones graves.
Es indispensable mantener un pie limpio. Asearlo periódicamente con agua y jabón y secarlo muy bien, en especial entre los dedos, es una obligación. Hidratar permanentemente la piel es una necesidad para evitar futuras complicaciones.
Por fortuna, las investigaciones sobre el tratamiento y curación del pie diabético están bastante adelantadas. Algunos hallazgos revelan los beneficios de la aplicación tópica del factor de crecimiento plaquetario, de proteínas de colágeno, ácido hialurónico y proteínas de matriz, así como injertos de células de médula ósea para acelerar la cicatrización.
Los pacientes con diabetes deben mantener una constante vigilancia sobre su pie una vez sanadas las úlceras para prevenir recaídas. En simultáneo, el estricto control de la glucosa y la inyección de insulina completarán el tratamiento más adecuado.
Sobre Carlos Calderon

Criado en un pueblo a las afueras de Madrid, soy médico de familia por vocación.
Empecé este blog para documentar mis estudios de Salud Pública pero pronto, se convirtió en un referente del sector.
Recuerda consultar a tu médico. La información de este blog es meramente documental y nunca te lo tienes que tomar como datos verídicos. Siempre consulta a tu médico de cabecera antes de llegar a conclusiones con estos datos.