Autor: Carlos Calderon
Cuando las crisis de epilepsia se encuentran bajo control en los infantes, es necesario que asistan regularmente al colegio, tal cual como los otros niños de su edad. De hecho, deben recibir el mismo trato que los demás estudiantes, sin sobre protección de ningún tipo.
Sin embargo, es importante que notifiques previamente sobre la condición de tu hijo, especificando cómo se le desencadenan las crisis, la forma de abordarlas y las medidas que se deben tomar por precaución. Y es que al informar oportunamente sobre la presencia de epilepsia en la escuela, los docentes sabrán cómo actuar correctamente y fomentar la inclusión.
De acuerdo con los especialistas, son muchos los factores que influyen en el rendimiento escolar de un niño que padece la enfermedad, por eso es necesario realizar un diagnóstico minucioso, a fin de descartar otras limitantes de tipo neuropsicológico.
Niños con epilepsia en la escuela
Comúnmente hay pequeños que aparte de haber nacido con esta enfermedad, presentan otros tipos de trastornos vinculados con el comportamiento, el aprendizaje y la movilidad. Sólo en estos casos, requieren de una atención especial porque se debe implementar un modelo pedagógico diferente, bajo un enfoque multidisciplinario donde se evalúe qué tipo de retraso psicomotor o perceptivo sensorial tiene el menor. De hecho, en algunas localidades, hay escuelas especiales para niños con epilepsia.
Nunca desestimes la influencia del factor psicosocial. Por otro lado, el rendimiento escolar puede verse afectado cuando la enfermedad se detecta a temprana edad, pero su evolución es lenta, con alta incidencia del factor genético. Y es que, es muy usual que los niños pasen por crisis mientras duermen y mientras mayor sea su aparición, pueden ocasionar problemas cognitivos. De igual modo, la medicación contra la epilepsia puede incidir en el nivel de atención en el aula de clase.
Para evitar el aislamiento, es crucial que sienta el apoyo del núcleo familiar, mientras se le integra como cualquier niño de su edad en la escuela. Una vez más, la comunicación desempeña un papel crucial, al igual que el conocimiento que se tenga en el entorno sobre esta enfermedad.
Es precisamente el desconocimiento lo que origina la discriminación de los pacientes con epilepsia, puesto que la mayoría de las personas se asustan y no tienen la mejor reacción al presenciar una crisis. Un aspecto que ayudaría muchísimo a combatir la desinformación, es que los mismos docentes comiencen a documentarse sobre las características de la enfermedad, el uso de medicamentos y las medidas a tomar en caso de un episodio no esperado. Aunado a ello, deben permanecer atentos a cualquier cambio en la conducta de los niños, monitoreando de cerca sus destrezas y habilidades, tanto intelectuales como físicas.
Así mismo, los demás estudiantes deben tener conciencia sobre la enfermedad, de modo que entiendan un poco más y puedan compartir sin temor con otro niño que la padezca. Las estadísticas revelan que un porcentaje mayor al 80 por ciento de la población infantil con epilepsia puede llevar un ritmo de vida normal, asistiendo a la escuela habitualmente sin ningún tipo de intervención. Sólo cuando se amerite, los niños necesitan de otro modelo pedagógico, acompañado de psicoterapia.
Como padre no debes condicionar, puesto que tu hijo debe llevar su vida normal. Durante el desarrollo, debes permanecer atento a su aprendizaje, a los fines de poder detectar cualquier alteración en su comportamiento, como por ejemplo, posibles dificultades para concentrarse y mantener la capacidad de retención. Al controlar la enfermedad, verifica que el niño descanse lo necesario y que duerma sin interrupciones.
Sobre Carlos Calderon

Criado en un pueblo a las afueras de Madrid, soy médico de familia por vocación.
Empecé este blog para documentar mis estudios de Salud Pública pero pronto, se convirtió en un referente del sector.
Recuerda consultar a tu médico. La información de este blog es meramente documental y nunca te lo tienes que tomar como datos verídicos. Siempre consulta a tu médico de cabecera antes de llegar a conclusiones con estos datos.