Autor: Carlos Calderon
En la categoría de las enfermedades mentales se encuentra el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), como su nombre lo indica, quienes lo tienen se obsesionan a menudo con sentimientos, sensaciones, pensamientos e ideas, que los llevan a tener comportamientos recurrentes fuera de lo normal. Como no controlan sus impulsos actúan para aliviar la obsesión, pero logran tranquilizarse por muy corto tiempo, por lo cual siempre sufren y tienen ansiedad.
La causa de este trastorno se desconoce, pero a menudo está relacionado con lesiones en la cabeza, funcionamiento irregular en algunas áreas del cerebro, infecciones y por supuesto, está el componente genético que no escapa como factor de riesgo, aunado a los traumas de la infancia.
Las personas con un TOC tienen mayores probabilidades de desarrollar la esquizofrenia, pero esto no es motivo de alarma, ya que las estadísticas revelan que sólo en 1 de cada 10 personas se desencadena la enfermedad, así que el riesgo es mínimo.
Vinculación
A pesar de que estas dos condiciones están relacionadas, se manifiestan de maneras diferentes. En algunos casos, las personas con esquizofrenia previamente fueron diagnosticadas con trastorno obsesivo compulsivo, pero son los hijos de los padres con el trastorno los que están en tasa de prevalencia.
De tal modo que no hay suficiente evidencia que confirme que el trastorno obsesivo compulsivo pueda causar esquizofrenia de forma inmediata, en vista de que se requiere de más investigaciones que se enfoquen en los factores genéticos y ambientales que ambas enfermedades tienen en común.
Investigando sobre el tema, los especialistas en psiquiatría mantienen su posición pero coinciden en que no se deben subestimar los síntomas del trastorno, ya que analizando el comportamiento de la persona se puede hacer un diagnóstico oportuno, indicando un tratamiento que le permita retomar el control en sus prácticas cotidianas.
Los primeros síntomas de un TOC aparecen en la adolescencia y pueden manifestarse en situaciones tan simples como el miedo a los gérmenes, ansiedad por mantener todo limpio, revisar varias veces una cosa, intensidad con el orden, agresividad, dudas, estrés, seguimiento estricto de rutinas, entre otras actitudes.
Esto lo atribuyen a desequilibrios en los circuitos del cerebro. El tratamiento inicia con terapias y medicamentos. La terapia del comportamiento es muy común, pues parte de canalizar esos sentimientos de angustia y ansiedad en quienes lo padecen. De igual manera, se le debe otorgar especial atención a otros problemas de salud como por ejemplo, el aislamiento, la conflictividad, los pensamientos suicidas, hasta una dermatitis por la obsesión de lavarse las manos seguidamente.
La prioridad es el manejo del estrés, por ello, es vital que se cuente con la asesoría de un médico que le brinde el acompañamiento necesario para romper con los patrones tóxicos y establecer un ritmo de vida sano, enfocado hacia la tranquilidad y el bienestar. Conversar al respecto es de gran ayuda mientras se implementan hábitos saludables.
Sobre Carlos Calderon

Criado en un pueblo a las afueras de Madrid, soy médico de familia por vocación.
Empecé este blog para documentar mis estudios de Salud Pública pero pronto, se convirtió en un referente del sector.
Recuerda consultar a tu médico. La información de este blog es meramente documental y nunca te lo tienes que tomar como datos verídicos. Siempre consulta a tu médico de cabecera antes de llegar a conclusiones con estos datos.