Autor: Carlos Calderon
Los que conocemos en nuestros días como la hepatitis se podría describir de manera sencilla como una inflamación del hígado. Esta enfermedad puede llegar a auto limitarse o puede alcanzar un estado de fibrosis conocido también como una cicatrización, también cáncer de hígado o cirrosis. El virus que provoca la hepatitis es una de las causas más comunes de enfermedades en el planeta, pero otras sustancias como el alcohol y las drogas también tendrían la capacidad de generar la hepatitis.
Actualmente existen cinco distintos tipos de hepatitis los cuales serían los A, B, C, D y E. Cuando se padece alguno de estos es cuando más debería estar alerta el paciente debido a que la misma enfermedad o la muerte pueden llegar a provocar una fuerte proliferación de la enfermedad. Particularmente la hepatitis B y C pueden llegar a conducir a la afección de padecimientos crónicos siendo una de las causas más usuales de provocar cáncer y cirrosis hepática.
Los tipos A y E normalmente se desarrollan debido a la ingestión de alimentos en mal estado o agua contaminada. Mientras tanto, los tipos B, C y D se provocan como el resultado de contactos parentales con algunos fluidos corporales que se encuentren infectados.
Los medios de transmisión de estos virus generalmente incluyen algún tipo de donación de sangre contaminada, diferentes tratamientos médicos invasivos que pudieran llegar a usar equipos contaminados.
Las infecciones más agudas pueden llegar a presentarse con solo algunos síntomas o sin ningún tipo de síntomas, aunque se pudieran llegar a presentar síntomas como la ictericia, una coloración amarilla de la piel y de los ojos, mucha fatiga, orina de color oscuro, vómitos, náuseas y dolores abdominales.
¿Cuáles son los diferentes tipos de virus de la hepatitis?
Los especialistas han logrado identificar hasta el momento solo cinco tipos de virus de la hepatitis, identificados por las primeras cinco letras del alfabeto.
- El virus de la hepatitis A lo podríamos encontrar en las heces de los pacientes infectados y su medio de transmisión sería a través de la ingesta de alimentos en mal estado y agua contaminada. Otra razón serían ciertos tipos de relaciones sexuales. Las infecciones de este tipo tienden a ser leves, sin embargo, en otras ocasiones pueden llegar a empeorar la situación del paciente hasta el punto de poder provocarle la muerte. Para su tratamiento existen múltiples vacunas efectivas pero sólo con fines preventivos.
- El virus de la hepatitis B se puede llegar a transmitir por medio de la exposición de fluidos corporales, semen y sangre infectada. Este virus también puede llegar a transmitirse de madre a hijo durante el embarazo. Este tipo de hepatitis también se podría prevenir por medio de vacunas.
- El virus de la hepatitis C se transmite por medio de la exposición directa o parcial de sangre infectada. Este caso se podría presentar por transfusiones sangre o inyecciones que estén contaminadas durante diferentes tratamientos médicos. También se podría contagiar una persona por la transmisión sexual pero no es tan usual. Este tipo de hepatitis no tiene una vacuna específica.
- El virus de la hepatitis D sólo puede llegar a presentarse en las personas ya infectadas con la de tipo B. Esta infección doble podría tener un resultado devastador si no es tratado con tiempo. Se podría prevenir con las mismas vacunas contra la de tipo B.
- El virus de la hepatitis E es capaz de transmitir usualmente por medio de consumir alimentos o agua contaminada. La hepatitis de tipo E es muy común que aparezca en naciones que se encuentren en vías de desarrollo. Se han elaborado múltiples vacunas efectivas que tienen como fin prevenir este tipo de hepatitis, aunque no se encuentran disponibles en todo momento.
Sobre Carlos Calderon

Criado en un pueblo a las afueras de Madrid, soy médico de familia por vocación.
Empecé este blog para documentar mis estudios de Salud Pública pero pronto, se convirtió en un referente del sector.
Recuerda consultar a tu médico. La información de este blog es meramente documental y nunca te lo tienes que tomar como datos verídicos. Siempre consulta a tu médico de cabecera antes de llegar a conclusiones con estos datos.