Autor: Carlos Calderon
Un trasplante de órganos hoy en día se ha convertido en la bendición de los pacientes que están en busca de una mejor calidad de vida. Sin embargo, la donación de órganos desde el punto de vista psicológico, está relacionada con una serie de complicaciones que detallaremos a continuación.
La primera de ellas, está ligada a una serie de trastornos que se producen en el estado anímico, esto hace que disminuya la adherencia al tratamiento y que por ende, el organismo rechace el nuevo órgano que ha sido trasplantado. Adicionalmente, son comunes los trastornos generados por la ansiedad, sobre todo cuando los pacientes son dados de alta, regresan al hogar y no sienten la proximidad de sus seres queridos.
Incluso, hay quienes comienzan a sentir trastornos sexuales, pues tan solo pensar en la actividad física, les genera el temor de dañar el órgano que acaban de recibir. Esto también tiene que ver con la ingesta de fármacos inmunosupresores.
Además, muchas de las fantasías de los donantes, vienen cargadas con sentimientos de culpa, porque comienzan a pensar en qué sería de la vida de la otra persona que donó el órgano. Algunos hasta sienten que alguien tuvo que morir para que ellos estén vivos.
Los aspectos psíquicos del paciente trasplantado también se caracterizan por cierto grado de insatisfacción con la imagen de su cuerpo, puesto que comienzan a percibir el órgano como un elemento ajeno que trae consigo rasgos de la persona que lo donó.
Para saber a ciencia cierta, qué es psicológicamente lo que afecta a un trasplantado, se debe monitorear clínicamente al paciente, en función de analizar su evolución, esto incluye su estado físico, funcional, social y psicológico, todo a fin de incorporar elementos nuevos que ayuden en su etapa de rehabilitación.
Investigaciones
De acuerdo con algunas investigaciones relacionadas con este tema, según un estudio de pacientes con trasplantes hepáticos, cardíacos y renales, con edades comprendidas entre 50 y 56 años, estos manifestaron sentir mucha más ansiedad y depresión mientras se encontraban en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y en la fase post-hospitalaria.
Y es que de hecho, las máquinas que se encuentran alrededor del paciente en el centro hospitalario, más la luz intensa artificial y la pérdida de la noción del tiempo, los lleva a sufrir mucho más de estrés. En algunos casos, la persona se descompensa, lo cual es determinante al momento de proceder con la estabilización y evolución del órgano que ha sido trasplantado.
Las emociones más comunes están relacionadas con el miedo, la preocupación, la intranquilidad y la incapacidad para sentirse en estado de relajación. Posteriormente, esto suele dejar secuelas, porque muchas personas dejan de disfrutar cosas que antes hacían con gusto y sienten que su vida transcurre lentamente.
No obstante, una vez que regresan al calor del hogar, la situación cambia, puesto que baja un poco el nivel de incertidumbre y el agobio que causa el ambiente y el ruido de un hospital. Si bien es cierto que la depresión no desaparece del todo, tiene que ver con los efectos adversos de los fármacos inmunosupresores, además de ciertas reservas ante la posibilidad de reintegrarse nuevamente al trabajo y el temor a perder el órgano.
Otras de las fantasías más usuales, tienen que ver con imaginar los rasgos físicos y psicológicos del donante, pensar sobre cuál era su estilo de vida, aunque hay personas que sienten que están en todo su derecho, por ser una deuda de la vida. El paciente deberá mantener su chequeo regular con el especialista.
Sobre Carlos Calderon

Criado en un pueblo a las afueras de Madrid, soy médico de familia por vocación.
Empecé este blog para documentar mis estudios de Salud Pública pero pronto, se convirtió en un referente del sector.
Recuerda consultar a tu médico. La información de este blog es meramente documental y nunca te lo tienes que tomar como datos verídicos. Siempre consulta a tu médico de cabecera antes de llegar a conclusiones con estos datos.