Autor: Carlos Calderon
A propósito de celebrarse en el mes de marzo el Día Mundial del Trastorno Bipolar, han sido muchas las campañas informativas que se han diseñado con el propósito de integrar a los pacientes a la sociedad, facilitando la convivencia y eliminando el estigma que se ha conformado en torno a esta enfermedad mental.
Aún hace falta sensibilizar a la población y enseñarle a las personas cómo superar el rechazo social. Saber cómo tratar esta patología es todo un desafío tanto para el personal sanitario como para los familiares, quienes constantemente se esfuerzan para aprender a lidiar con lo que implica tener un ser querido con el trastorno.
La desinformación ante los síntomas, hace que sea mucho más difícil diagnosticarla y combatirla a tiempo. Mejorar la calidad de vida de todos los pacientes con trastorno bipolar y el estigma de esta enfermedad mental, es crucial, tomando en cuenta que es la causa número seis de discapacidad en el mundo entero, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), llegando a impactar a un poco más del 5 por ciento de la población.
La investigación sobre el tema continúa, en especial con el fin de determinar cuáles son las causas biológicas que desencadenan esta enfermedad, mientras el avance en los tratamientos es determinante para alcanzar los resultados deseados, junto a nuevos métodos para diagnosticarla oportunamente, considerando el componente genético.
Diagnóstico
A veces, la enfermedad mental bipolar puede tardar hasta 5 años en diagnosticarse, ni hablar de las consecuencias que esto genera. La situación se complica en el entorno, al igual que la agonía de los pacientes, quienes pierden el control y se ven limitados en la fase de recuperación.
Es común observar el ausentismo laboral, la apatía, la desmotivación, el aislamiento y el bajo rendimiento académico en personas que pasan años sin ser diagnosticadas. Muchos pierden el norte y van directo al fracaso porque ven el éxito inalcanzable.
Y es que el trastorno bipolar tiende a convertirse en una enfermedad crónica que se manifiesta en diferentes fases, donde predomina la manía y la depresión. Estos estados anímicos se alternan y quienes lo padecen, pasan a ser incomprendidos, en Europa, más de 4 millones de pacientes tienden a complicarse.
Las estadísticas también van un poco más allá, al precisar que el 45 por ciento de los pacientes ha sido víctima de discriminación alguna vez en su vida. Por ello, muchos prefieren ocultar la enfermedad y la ven como un tabú en lugar de hablar abiertamente sobre el tema.
La bipolaridad puede afectar a cualquier individuo, aunque son más propensos aquellos que tienen antecedentes en su núcleo familiar. En ocasiones, el diagnóstico se dificulta debido a la complejidad de los síntomas. No basta con recetar antidepresivos cuando las fases de manía continúan. La psicoterapia combinada con los fármacos puede ayudar a que las personas lleven un estilo de vida normal.
Los estados anímicos mixtos se convierten en un verdadero problema, cuyas consecuencias pueden ser graves. Aprender a vivir con el trastorno implica hacer de los psiquiatras especialistas de confianza, ya que son quienes mejor pueden interpretar el cuadro clínico de los pacientes y ayudarlos a superar la enfermedad.
A menudo el estigma se relaciona con el hecho de que conciben a las personas bipolares como seres agresivos y violentos, cuando no es así. Estas concepciones erradas hacen que los pacientes sufran más y que sus familiares se vean afectados por las consecuencias.
Es fundamental que no se subestime la incidencia de esta enfermedad, ya que también influye sobre la salud física, son muchos los casos de personas dependientes del cigarro, de las drogas y el alcohol, lo cual propicia la aparición de hipertensión y obesidad.
Sobre Carlos Calderon

Criado en un pueblo a las afueras de Madrid, soy médico de familia por vocación.
Empecé este blog para documentar mis estudios de Salud Pública pero pronto, se convirtió en un referente del sector.
Recuerda consultar a tu médico. La información de este blog es meramente documental y nunca te lo tienes que tomar como datos verídicos. Siempre consulta a tu médico de cabecera antes de llegar a conclusiones con estos datos.