Autor: Carlos Calderon
La bipolaridad es un trastorno afectivo que entra en la categoría de enfermedades mentales, donde el aspecto que más predomina son los cambios bruscos de humor que van de periodos depresivos marcados por la tristeza, la desesperanza y la desolación hasta fases de euforia denominadas “manía”, que es cuando la persona está aparentemente feliz o irritable y de muy mal humor.
Todos estos estados de ánimo pueden combinarse y la persona va a experimentar momentos de mucha actividad y energía para llegar a instantes estáticos de apatía y desinterés. Esta patología es crónica y a menudo se presentan recaídas, sobre todo en la población adolescente. Aunque sus causas son desconocidas, tiene incidencia la predisposición genética, los factores biológicos relacionados con el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso. El estrés y las condiciones del entorno también desempeñan un rol fundamental.
Tanto un duelo como los conflictos en las relaciones interpersonales, las exigencias laborales o académicas, el cambio climático, las alteraciones hormonales, la ingesta de bebidas alcohólicas y el consumo de drogas pueden desencadenar esta enfermedad.
Control psiquiátrico
Al ser reconocida como una patología que afecta la calidad de vida de los pacientes y de su núcleo familiar por los daños que causa, a nivel mundial se le otorgó prioridad al control psiquiátrico y al acceso a tratamientos y medicamentos, otorgando especial énfasis al tema hospitalario.
El trastorno bipolar es uno de los tipos de hospitalización psiquiátrica más frecuentes, tomando en cuenta que según las estadísticas, el 90 por ciento de quienes lo padecen han sido hospitalizados por lo menos una vez en episodios de crisis para prevenir muertes por suicidio.
Cuando el paciente es internado permanece allí el tiempo que sea necesario, hasta que el médico considere que no hay riesgo alguno para que pueda retomar su estilo de vida normal. También está la modalidad diurna, donde el paciente asiste a terapia y luego se retira a su hogar.
Si los familiares directos del afectado consideran que como medida de seguridad es prudente que reciba atención, se puede ingresar a una persona en contra de su voluntad, más si constituye un riesgo para sí misma o para su entorno. Sin embargo, la mayoría de los ingresos a las unidades de psiquiatría son voluntarios. Los motivos para ingresar a un psiquiátrico obedecen como medida extrema cuando se ha hecho todo lo posible por controlar el trastorno pero los intentos son infructuosos. Es aquí donde un equipo de profesionales especializados pueden orientar al paciente y llevarlo a la recuperación.
Ingresar a un enfermo mental a una institución psiquiátrica requiere de mucha comunicación, pues se le debe crear conciencia sobre el peligro que representa el avance de la enfermedad. El estado psicótico permanente es una de las razones para internar a una persona en un hospital, más si hay resistencia al tratamiento. Al ser tratados, mejoran considerablemente, luego pueden continuar con sus cuidados a nivel ambulatorio.
Sobre Carlos Calderon

Criado en un pueblo a las afueras de Madrid, soy médico de familia por vocación.
Empecé este blog para documentar mis estudios de Salud Pública pero pronto, se convirtió en un referente del sector.
Recuerda consultar a tu médico. La información de este blog es meramente documental y nunca te lo tienes que tomar como datos verídicos. Siempre consulta a tu médico de cabecera antes de llegar a conclusiones con estos datos.